El detener el tumulto es un cierto acto de bondad. Lo mismo que un alborotador robusto con su venablo detiene a una hueste hasta que su hermano más débil ha podido escapar, Ganadorí el Señor a menudo detiene a los enemigos del creyente hasta que el hombre bueno ha recobrado aliento y ha escapado de la mano de sus enemigos. C. H. S.En resumen, l